canto a rincón
poema de Olivio Muñoz Arce
Rinconeños, un poema yo escribo a vuestras almas donde se pueda ver desde el espacio vuestro mensaje azul como su cielo, donde pueda acortarse la distancia y remontar el vuelo entre las sombras. Yo quisiera bañarme en vuestras fuentes para enviar una nota por el viento y surcar por el mar sobre las olas y hasta Rincón llegar. Yo he sido rincoeño, escuchad mis palabras. Yo tengo la emoción, quiero el poema tendido en nuestras almas esperando. Si la musa riera entre mis rimas, con qué trino más hondo cantaría esa canción callada en su ternura; canción del natalicio de Rincón en su siglo dieciocho y diecisiete setenta.
Cómo podré soñar, si ya en mis sueños se han vuelto claridades los insomnios en destellos de amor, como fragancia que ha bañado mis campos sin playas. Lástima que no pueda en mi alegría trasladarme a cantar a tus anhelos y mitigar mi sed entre tus aguas al bañar la canción de tu recuerdo. Me bañaré en la imagen de tus campos, en el monte, en los riscos y en las cañas y bañaré toda el alma con tu música. Oh, amado pueblo mío, ¡mi Rincón! Me iré por el sendero entre tus valles me dormiré en tus sombras y quebradas. Cantaré una canción a los caminos y al sol, cuando me bese en las mañanas, le cantaré un mensaje misionero. Y cuando por las tardes en su viaje forme crepuscular una sonrisa le diré que en el alma de mis ansias. Ah, bien cacique amado, astro rey, emperador del orbe, inmenso apoyo; no olvide, en su risa matutina y en el hondo silencio vespertino, dar un tierno saludo a nuestra fuente. Nuestra fuente de luz y guía marina, la que alumbra las costas bienamadas y ofrece claridad al tripulante- al Faro, nuestro hermoso visionario que en bien da al mundo, tiernamente, el ideal camino de sus hijos desde el creciente sol de sus caricias al más puro y remoto peregrino.
Rincón, cuna de sueños, no importa la distancia ni la ruta si somos todos flores de tu suelo. En nombre de tus hijos yo te canto una canción de amor y de esperanza, de esperanza y amor a tu destino que a todos nos cobija y nos ampara. . Y amparado volver a tu regazo, algún día cansado de tu ausencia, a reposar el alma fatigada en el rincón más bello de la tierra.
- En la ciudad de Nueva York, año 1949, interpretado por Julia de Burgos-
Nota de transcripción por Carmen D’ Lucca: “anhelos” suena como si fuese ”aleros” (parte de los tejados)