De la danza al “Cumbanchero”: La historia musical de un pueblo
Por: Josilda Acosta Figueras
Especialista, Programa de Música
A la memoria de Héctor Campos Parsi y de Amaury Veray, en sus centenarios
En octubre de 2023 culminó la conmemoración del centenario del natalicio de Héctor Campos Parsi (1922-1998). Este compositor e investigador llegó al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), en 1957, durante la incumbencia de Ricardo E. Alegría (1921-2011). El doctor Alegría fue el primer director ejecutivo de esta agencia estatal de las artes, para la que utilizó de modelos al Smithsonian Institution y al Ministerio de Cultura de México, pero adaptados a las necesidades e idiosincrasia de Puerto Rico. Don Ricardo le encomendó a Campos Parsi, secretario ejecutivo de Música en aquel momento, que organizara y supervisara la Comisión de Música y la de Grabaciones, desde las cuales surgieron los más de 148 discos que conforman ahora la Colección de Grabaciones del ICP. A su vez, como director del Programa de Música, supervisó la mayoría de los elepés grabados hasta 1991.
Recientemente también se celebró el centenario del compositor, pianista y educador Amaury Veray Torregrosa (1922-1955). Veray Torregrosa fue asesor musical durante la incumbencia del doctor Alegría. Además, organizó el Archivo de Música y Partituras de la institución y colaboró con importantes artículos en su Revista. Veray Torregrosa fue asimismo clave en la concepción y desarrollo de las grabaciones del ICP: fue el musicólogo encargado de la investigación y de los textos de las contraportadas de los discos, y quien ideó la subcolección que se conoce como la Antología de la Danza.
A principios del siglo XXI, el ICP se vio en la necesidad de digitalizar su patrimonio sonoro debido a los cambios en los formatos y técnicas de grabación de audio. El proyecto de digitalización de la Colección comenzó en el 2003, y fue completado en el 2015 por Néstor Salomón. En el 2017, se subieron los discos y su catálogo al Archivo Virtual del ICP y a otras plataformas digitales, para el disfrute de todos. Con miras a que este importante acervo musical se integrara a los proyectos Legado del ICP, su director ejecutivo, Carlos R. Ruiz Cortés, junto a la coordinadora de grabaciones musicales, Zuania Colón Torres, idearon una nueva producción que también honra el trabajo de los compositores e intérpretes. Del amplio repertorio, escogimos inicialmente 60 piezas musicales, de las cuales Salomón restauró cerca de 40 para mejorar su sonido. La selección fue curada y refinada por Zuania Colón, Darío Morales y esta servidora. Posteriormente fue revisada y aprobada por el director ejecutivo. Hacemos este Disco legado para poner al alcance del público una muestra de las mejores obras musicales de las múltiples series que integran este conjunto.
A: De la danza tradicional a la danza contemporánea
En la cara A reunimos el género musical más interpretado en la Isla durante el siglo XIX: la “danza puertorriqueña”, nombrada así por Amaury Veray para diferenciarla de la danza de origen europeo. Nuestra danza, influenciada por la contradanza venezolana y la habanera cubana, se convirtió en un género independiente a mediados de dicho siglo. Las piezas se tocaban tanto en los bailes de salón de los sectores acomodados como en los conciertos públicos en las plazas de recreo. En el siglo XXI todavía se pueden escuchar en las retretas de Ponce, ciudad al sur de Puerto Rico, en la que nació este género. Incluimos aquí algunas danzas de los compositores más destacados de la época. Encontramos a “Margarita”, del padre de la danza, Manuel Gregorio Tavárez, interpretada por su hija, la pianista Elisa Tavárez; y “El coquí”, de José Ignacio Quintón, interpretada por Nydia Font. Se puede escuchar la versión de “Felices días”, de Juan Morel Campos, grabada por el pianista Jesús M. Sanromá para conmemorar, en 1957, el centenario del compositor, que se popularizó por obras más bailables y movidas. Como un ejemplo claro de la evolución de este género musical en el siglo XX, y de la influencia del modernismo, movimiento literario hispanoamericano, tenemos “La danza del baquiné”*, de José Enrique Pedreira. Integramos además obras de compositores premiados en el Concurso de Composición de Danzas del ICP, tales como “La quiquiriquí”, de Rafael Duchesne, y “Danza jíbara”, del pianista Narciso Figueroa, interpretada por él mismo. A Figueroa se le conoce como el “padre de la danza contemporánea”, por sus innovaciones armónicas y melódicas, que reflejan las influencias de los movimientos de vanguardia europeos del siglo XX, a los que estuvo expuesto por sus estudios en los conservatorios de Madrid y París a partir de 1921 y antes de la Segunda Guerra Mundial (1938-1945). Esta cara contiene asimismo los valses “Tu risa”, famosa pieza del Rey del Vals, Rafael Balseiro Dávila, y “Dedicación”*, de Leonardo Egúrbida. Finalmente, hemos incluido una marcha de gran valor histórico: “La canción del soldado”, que compuso Eustaquio Pujals en 1917 para subirles la moral a los soldados puertorriqueños reclutados para combatir en la Primera Guerra Mundial. Esta marcha de Pujals, quien fue director de la Banda Municipal de Ponce, la ensayaron las bandas militares en el Campamento Las Casas, en Santurce.
B: De la canción criolla al bolero
La cara B, “De la canción criolla al bolero”, invita a escuchar las canciones románticas criollas, cantadas a dos voces y a contracanto. “Noche de algodón”, de Julio Alvarado Tricoche, “Gitana”, de Plácido Acevedo, y “Bello amanecer”, de Tito Henríquez son excelentes representaciones de este género musical que se escuchaba principalmente en Puerto Rico, antes de que se impusiera la moda del bolero en la década de 1930. Henríquez, quien fue integrante del Cuarteto Mayarí de Acevedo, compuso y cantó tanto canciones criollas como boleros. Este último, de origen cubano, fue adoptado por músicos puertorriqueños residentes en Nueva York, muchos de ellos veteranos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) que no pudieron regresar a la Isla, en gran medida por la depresión de 1929, y se quedaron en la ciudad buscando mejores oportunidades de empleo. Entre estos, encontramos a dos que compitieron con temas más urbanos: Rafael Hernández, autor de “Campanitas de cristal”* y “Capullito de alhelí”, y Pedro Flores, creador de “Obsesión”*, “Amor perdido” y “Si no eres tú”. Roberto Cole, con “Olvídame”, y Noel Estrada, con el tema de fama mundial “En mi viejo San Juan” (cantada por él junto al Trío Riviera), ejemplifican la canción urbana de la Isla. Por último, integramos “El cumbanchero”*, obra bailable de género musical afrocubano escrita por Rafael Hernández, uno de los compositores más prolíficos y conocidos internacionalmente. La versión que escucharán la grabó el famoso Giovanni Hidalgo (ganador del Grammy) en el 2005, y forma parte del disco Nuestra versión, dedicado a la obra de Hernández y realizado bajo la supervisión de Ruth Silva, entonces directora del Programa de Música.
C: La mujer creadora e intérprete
En la cara C, “La mujer creadora e intérprete”, colocamos obras de grandes compositoras e investigadoras. Los “Romances y romancillos” forman parte de la tradición hispana del romance recopilada por la musicóloga Monserrate Deliz en su libro “Renadío del cantar folklórico” (1952). En 1958, el ICP los publicó en dos discos con el mismo nombre, cantados por la soprano Olga Iglesias, acompañada al piano por Luz N. Hutchinson. El vals “Primer pensamiento”, de Ana Otero, es la única obra que conservamos de esta destacada pianista, compositora y educadora, conocida internacionalmente. Su discípula Monserrate “Monsita” Ferrer, con su danza “La carcajada”, evidencia la influencia del movimiento modernista en la música. En esta selección también ubicamos a las mujeres compositoras e intérpretes —las llamadas “cantautoras”— activas en las décadas de 1930 a 1950 y precursoras de una nueva tendencia: el ‘bolero-filin’, un bolero intimista en el que se asoma la influencia del jazz. Sylvia Rexach, con “Di corazón” (c. 1936), se mueve entre la canción criolla, el bolero de tema urbano y el jazz. Por su parte, Myrta Silva, quien en su adolescencia formó parte del Cuarteto Victoria de Rafael Hernández, recoge influencias de la música boricua de Nueva York y del bolero urbano de la Isla. Su famosa obra “Qué sabes tú” se acerca a la temática intimista de su contemporánea Sylvia Rexach. Por último, Puchi Balseiro ejemplifica el bolero-filin con su obra “Tú y mi canción”. En esta cara de la creación femenina también se añadió la poesía. Escucharán “Sarta de voces perdidas”*, de Lillianne Pérez-Marchand, declamada por Maricusa Ornes (c. 1963); y “Yo misma fui mi ruta”, de Julia de Burgos, nuestra poeta nacional, recitada por Miriam Colón, ganadora de la Medalla Nacional de las Artes que otorga el presidente de los Estados Unidos. Burgos representa un movimiento poético latinoamericano en el que las mujeres empoderadas se expresaron sobre el amor, la pasión, sus creencias y sus vidas. Finalizamos esta parte con una versión de 1970 de la canción “Mi loca fantasía”*, de Roberto Cole, interpretada por nuestra voz nacional Lucecita Benítez, artista que se hizo muy famosa en aquella década.
D: Nuestro folklore
No podemos dejar de lado “Nuestro folclor”, que incluye diversos géneros musicales como la plena, la bomba y la música campesina. La plena, de raíces africanas, se originó en Ponce (al sur de Puerto Rico), cerca de 1920, y se popularizó en Nueva York, en la década de 1930. Seleccionamos de este grupo tres famosas plenas que se grabaron cerca de 1963: “Temporal”, de Rafael Hernández, cantada por Paquito López Cruz y sus Pleneros; “Tintorera del mar”, interpretada por Toñín Romero y sus Pleneros; y “Viajando en el tren”, con Manuel Jiménez “Canario” y sus Pleneros. En la música campesina de Puerto Rico, descendiente de la andaluza y la canaria, predomina el uso de la décima espinela para componer e improvisar (estrofa de 10 versos octosílabos con rima consonante muy popular en toda la América hispana), y se acompaña por diversos tipos de seis (estilo musical criollo de origen andaluz, que se toca usando el cuatro puertorriqueño, guitarra, güiro y percusión menor). Como ejemplo de la música campesina, incluimos a Jesús Sánchez Erazo, “Chuito el de Bayamón”, con su obra jocosa “La vieja voladora”* y la satírica “Si yo fuera alcalde”*. Elegimos igualmente, a Flor Morales Ramos, “Ramito”, con el tema del hijo pródigo en “El hijo que vuelve”*, y del Conjunto Mapeyé, dos canciones que figuran en el disco Al son del mapeyé (1978): la mazurca “Beatriz”, de Modesto Nieves, y “El indio taíno”, del trovador Juan Pablo Rosario. Cerramos la cara D con el poema “Majestad negra”, de Luis Palés Matos, en una versión del declamador de poesía afroantillana Juan Boria.
En fin, Disco legado recoge grabaciones que ejemplifican géneros de la historia musical de Puerto Rico, cultivados por importantes compositores puertorriqueños de los siglos XIX y XX: la danza, el vals, la plena, la trova y música campesinas, la canción criolla, el bolero y el bolero-filin. Las interpretan excelentes músicos y cantantes —como Jesús M. Sanromá, Elisa Tavárez y Leonardo Egúrbida— o sus propios autores: Narciso Figueroa, Tito Henríquez, Noel Estrada, Chuito el de Bayamón, Flor “Ramito” Morales Ramos, Sylvia Rexach, Myrta Silva y Puchi Balseiro. También incluimos importantes poetas y declamadores. Puerto Rico es un pueblo muy musical y dinámico, en el que abundan las diversas expresiones de las artes y la cultura. En esta producción honramos y destacamos algunas joyas de nuestra colección y la rica herencia musical y poética que tanto nos enorgullece.
*Estas canciones no se han incluido en el vinilo; solo están disponibles en versión digital.
Josilda Acosta Figueras es natural de Mayagüez, Puerto Rico. Hizo su bachillerato en Humanidades, en el Recinto Universitario de Mayagüez. Tiene Maestría en Humanidades, de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Completó los créditos para el doctorado en Literatura, en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Tomó cursos en Gestión Cultural en la Universidad de Amherst en Massachusetts.